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¿QUÉ ES UN CHEMAIAR?

Por el Prof. Russel Chase,

especialista en culturas antiguas de la

Universidad de California /Los Ángeles

 Uno de mis antiguos alumnos, el Doctor Luke Moonstone –ahora más conocido por su alter ego de Green Shaman, de la Orden de los Metaviajeros– me ha solicitado confeccionar un pequeño ensayo para tratar de explicar al público en general cual es la naturaleza de estos seres extraordinarios que han reaparecido tras el acontecimiento conocido como “la Caída de la Barrera”, desmitificando su naturaleza dentro de lo posible. La tarea es titánica y el tema fascinante, pero intentaré hacer lo mejor.

En primer lugar, un poco de etimología: El término “chemaiar” proviene, según la propia Palas Atenea –una dama encantadora con la que he tenido el placer de entrevistarme durante su agitada visita a la sede de la ONU, gracias a los oficios del mencionado doctor Moonstone– de dos términos originarios de una antigua lengua élfica: cheîmm aihiarr, que significan, literalmente, “entidad o ser con poder”. Como curiosidad se me ha indicado que es también por eso que su plural es chemaiari, ya que mantiene la estructura gramatical del idioma del que proviene el término.

El “poder” al que refiere esta definición no es claro. Incluye, por supuesto, a la magia, pero también a su capacidad de manipular leyes físicas a su antojo sin asistencia externa, atributo que se ha visto en algunos chemaiari. El caso más representativo de esta cualidad es, sin duda, el de Thor cuando invoca al rayo manipulando la electricidad ambiental. Este valhalar es, por decirlo llanamente, una súper-bobina de Tesla viviente.

Los verdaderos orígenes de esta curiosa raza se pierden –literalmente– en la bruma de los tiempos. Al parecer, están íntimamente asociados al surgimiento de la propia magia, momento en que las fuerzas elementales mágicas y no mágicas se mezclaban en un violento caos. Pero los propios interesados son muy reacios a hablar de esto, por lo que nada podemos decir sobre cómo surgieron y se desarrollaron.

Lo que parece incontestable es el hecho de que los chemaiari en conjunto eran una sociedad civilizada y organizada en sus propias dimensiones mucho antes de que el Homo sapiens desarrollara siquiera un instinto gregario, que se dividieron en una serie de “pueblos” conducidos por distintos soberanos de mayor o menor importancia. Actualmente se los conoce, según las culturas humanas en las que ejercieron su influencia, como olimpiari (antigua Grecia), latiniari (Imperio Romano), valhalari (pueblos nórdicos, especialmente vikingos), palaniari (resto de Europa), numenari (culturas nativas americanas), ankhari (antiguo Egipto), silvaniari (otros pueblos africanos y asiáticos) y yaochiari (lejano oriente).

Por lo que hemos podido deducir, fue justamente en los estadios tempranos del desarrollo de civilizaciones que estos seres decidieron darse a conocer a los hombres. En ese momento se presentaron las dos situaciones que dieron pie, justamente, a la creación de los mitos que rodean a esta raza.

En primer lugar, surgieron los conflictos internos: Cuando ciudadanos de los distintos reinos chemaiari se cruzaron sobre la Tierra, sus instintos bélicos los impulsaron a violentas luchas. Según he podido deducir de los relatos, esta época fue catalogada por los científicos como “plena de eventos naturales altamente disruptivos y traumáticos, es decir, catástrofes”.

Cuando los chemaiari advirtieron que sus batallas podían provocar una extinción masiva entre otras razas –especialmente la humana– decretaron un “alto al fuego” y sus líderes se reunieron en un plenario. Del mismo surgieron lo que ahora esta raza llama “los antiguos pactos”: Básicamente, un acuerdo que delimitaba áreas de influencia sobre la Tierra, a las cuales debían limitar sus apariciones.

El segundo problema fueron los propios humanos. Como pueblo, todavía no nos encontrábamos maduros para aceptar la existencia de seres de este tipo sin revestirlos de atribuciones “divinas”, lo que finalmente condujo al establecimiento de cultos. Hasta donde he podido averiguar –y esta fascinante investigación ocuparía varios volúmenes dedicados a múltiples disciplinas, por lo que debo abstenerme de entrar en detalles–todos los cultos a chemaiari cuyo conocimiento llegó a nuestros días han surgido en base a confusos recuerdos y tradiciones orales que contribuyeron al “endiosamiento” de estos seres mágicos.

Según declaraciones de Palas, para cuando esos cultos se hicieron “oficiales”, los chemaiari estaban ya inhibidos de actuar en la Tierra por la propia Barrera, que habían jurado respetar. “Eso incluía, por supuesto, la imposibilidad de aparecernos ante vosotros y decir esto no es correcto, no soy una diosa”, según sus propias palabras. Sin embargo éste no parece ser el caso de Elal, de los numenari, un ser tan poderoso como ella que nunca admitió ser llamado “dios”.

A esta altura debo reconocer que, en algunos casos, cuesta reconocer y diferenciar la figura divina a la cual se rinde culto de ciertos chemaiari que podrían haber sido confundidos con “dioses” o “demonios”. Para nombrar a los más conocidos, no existen chemaiari que puedan ser identificados como Brahma (dios creador), Visnú (dios preservador) y Shiva (dios destructor) según la trilogía suprema hindú, ni tampoco con el que las culturas indígenas norteamericanas llaman Manitú o Maheo, los musulmanes Alá, los judíos Yahveh y los cristianos simplemente Dios.

Para mi asombro, los propios chemaiari reconocen que hay “una fuerza superior” incluso a ellos. Hay ciertos misterios que permanecen siéndolo para todos… Y esto demuestra que no todos los cultos humanos, antiguos o actuales, se basaron o basan en manifestaciones de este tipo de seres.

Hecha esta aclaración, debemos hacer una más: Si bien los chemaiari son poderosos y pueden a veces “ver más allá”, como dicen, no tienen dos atributos claves  de la divinidad: No cuentan con la omnisciencia (verlo y saberlo todo), como se desprende del análisis de las leyendas e historias que han llegado a nosotros, ni con la inmortalidad, ya que, si bien no envejecen más allá de cierto punto, pueden morir por otras causas, como el asesinato. Aunque reconocen que en ciertos casos la permanencia de su esencia podría permitir reconstruirlos –por favor, no me pregunten cómo– la muerte es, para ellos, un peligro real. Hemos visto en la Batalla de Nueva York que varios han recibido heridas de consideración que pusieron en peligro su vida.

Ahora, la Barrera ha Caído. Los acuerdos firmados en la ONU nos dicen que los chemaiari volverán a andar con libertad por esta Tierra, como muchos otros pueblos… pero solo el tiempo dirá cómo será su nueva relación con los seres humanos. La magia, al fin y al cabo, es en buena parte impredecible.

Sobre el autor

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Néstor E. Catalogna

Más de medio siglo como fan de la Fantasía, la Ciencia Ficción, el comic y sobre todo de LOS LIBROS. Primer Metaviajero, fabricante de varitas y creador de Universos.

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